Bueno, él no ve el traspaso del mp3 porque es trasparente para el usuario. Pero lo que está haciendo el reproductor de espotifi es lo mismo que el tuyo, buscar un mp3 en un disco duro —ubicado en Kuala Lumpur, en Don Benito, en Nuevo Toledo...— y enviarlo al reproductor. ¿Cuál es la diferencia?: La ubicación geográfica del archivo.
De nuevo nos pierde la apariencia cuando, como decía el gallego de «Airbag», lo que importa es el conceto. Lo único que tienes que hacer es añadirle, si a vuecé le place, una ubicación en la nube donde poder escoger esos «mp3» que nadie sabe que escucha —pero que escucha todo el mundo— y habrás montado tu espotifi particular.

Sólo queda justificar por qué debes montarte tu propio espotifi, pero es la típica pregunta que nos hacemos todos aquí: ¿Por qué reinventamos la pólvora? Y éste no es lugar para contestar  .